miércoles, 24 de marzo de 2010

Pez

Érase una vez un pato, que otras veces era un gato. Pero, esta vez, como ha he dicho, estaba en modo pato. El modo pato se da en Pez, un lugar que se distingue, en este momento, por arroparle, por llegar hasta lo más profundo de nuestro cerebro; ella, desde lo alto y con su ya conocida majestuosidad, me recarga de fuerzas. Supone parame a admirar y sentir a la vez que una manta de algodón la acaricia en movimiento.

Eso se lo hace un perenquén al pato: la acaricia hasta en movimiento, a través de cientos de kilómetros; como las nubes a la luna.

El pato estaba tan admirado que no había apreciado la presencia de las estrellas. Pero, al mirar con un poco de atención, buscándolas, encuentra una. Y otra. Y si sigue buscando, encontrará muchas más.

El pato se ve invadido por la magia del momento. No sabe si llorar, bailar o gritar, pero es consciente de que le gusta sentirse así. En ese momento se siente útil, libre, amado y con ganas de amar.

Lo triste es que para conocer esta felicidad, se ha tenido que sentir un tristeza que te vacía y deja sin aliento.Y entonces, se aprecia... y cuanto... Te quiero mucho. Nunca me dejes.

sábado, 23 de enero de 2010

Realidad/ficción



¿Se mezclan? Pero ¡¡si hace veces que ni siquiera se distinguen!! Ves personas o edificios o flores exageradamente desagradables o apasionantes que, superan la barrera entre realidad y ficción.

Érase una vez 1 joven que atravesó esa barrera. Era 1 chic@ normal, dentro de una rebeldía y pasión que l@ definían y que le hacían mantener, en ciertos ámbitos, un comportamiento adolescente: fantasioso, rebelde, inquieto, cambiante, hormonal... La cuestión es que se sentía muy agusto con ello.

Un día, se dio cuenta de sus posibilidades, de que podía ir más allá... y decidió convertirse en ficción. Esto le trajo muchos problemas, pero todos apasionantes, llenos de sentimientos y experiencias...

Nada tenía mucha coherencia en ella, y que era era ficción, al menos eso creo. Describámosla...

Por un lado, era muy buena. ¿Buena para quién? Pues le gustaría que para tod@s, pero reconocía tener prejuicios y luchaba por salir de ellos y ver el mundo de colores más llamativos. Quería luchar por un mundo mejor, y lo intentaba con su forma de mirar, hablar, con su familia, compañer@s, desconocid@s...

Por otro lado, tenía un lado oscuro. Su extrema dulzura y sensibilidad estaban cruzadas por una gran coraza, intensamente elaborada, pero frágil por la sensibilidad atravesada. Esa coraza se servía de fuerza e intento de realismo basado en la frialdad. Una coraza útil pero inútil. Sólo le servía de escaparate para los demás mientras por dentro sufría y sentía con cada olor, palabra, gesto...

"¡¡Qué complicado ser tan así!!", pensó. Pero sabía que le daba muchísimo. Le daba la oportunidad de vivir descubriendo y de sentir en éxtasis.

Por ello, derrochó su vida así. Nadie sabe qué hizo o dejó de hacer, o se sabe a trozos, pero si se sabe que era tan así.

El hada sin polvos



Preparándome, aunque creo que estoy haciendo la boba.

Érase una vez un hada. Un hada sin polvos mágicos. No podía hadear (hacer cosas de hadas): volar a lugares lejanos, cantar y bailar de modo que cualquiera a su alrededor se vuelve mágico... El caso es que, al no tener polvos, nunca había contactado con las hadas, solo con el resto de seres del lugar. Pero ella, en lo más profundo de su interior, sabía que era un hada. Incluso se veía en el espejo la puntiagudez de sus orejas, que nadie mas reafirmaba. Cansada de deambular fingiendo ser otra cosa que no era, decidió marchar en busca de respuestas a preguntras desconocidas y, por supuestos, en busca de polvos.

Nunca los encontró. Ella pensaba que un día se despertaría inundada por el brillo y los colores y echaría a volar. Ya os digo que nunca lo consiguió, pero aprendió de su frustración y descubrió muchas cosas, entre ellas... la verdadera e inigualable felicidad de soñar eternamente al saber que nunca los encontrará, que siempre podrá soñar con ello con la misma ilusión que lo hizo el primer día.

Terca




Terca era una perra más. Hacía cosas de perr@s normales: jugar, cagar, oler traseros...Un día su amo le pisó la pata sin querer, y Terca montó en cólera. Su amo le perdía perdón, pero ella decidió morderle ("le está bien empleado", pensó). Su amo, decepcionado, rompió a llorar.

A partir de entonces, Terca se sentía muy mal. Además, desdes aquello, le gruñía a su amo cuando se acercaba. Al principio, él le dedicaba bonitas palabras, intentando retomar su amistad. Pero terca seguía en sus trece, y él comenzó a ignorarla.

Un día, Terca decidió dejar de gruñir. Miró a su amo, se acercó lentamente y se detuvo a medio metro de él: estaba esperando a que él hiciese algún gesto para tirarse a sus brazos, como había hecho siempre. El amo se dio la vuelta y se marchó diciendo: "ahora soy yo quien te gruñe".

Terca no sabía qué hacer. La frase de su amo la había vuelto a mosquear, pero el amor que sentía hacia él y las ganas de sentir sus caricias hicieron que Terca, al día siguiente, lo volviese a intentar. Entonces su amo, con lágrimas en los ojos, abrió sus ojos y la acarició tal y como Terca deseaba. Ambos se disculpaban por su actitud. Y descubrieron algunas cosas: Terca pensó que su amo le había dado una patada. Su amo no se dio cuenta de haberla pisado, por lo que pensó que le mordió sin razón. Las sensaciones de culpabilidad que invadían a ambos iban desapareciendo a medida que, desde el cariño, descubrían cómo se querían, y que la comunicación es imprescindible para evitar patadas y mordiscos de ira.

jueves, 21 de enero de 2010

El inesperado relato del oso y la abeja


Hay veces que me rindo ante la realidad. Y no porque me quede sin fuerza o deje de luchar. Me ocurre cuando se vuelve mágica y me translada a un mundo paralelo lleno de árboles de colores y cascadas-tobogán en las que millones de seres con orejas puntiagudas y otros rasgos élficos se deslizan rápidamente, derrochando tanta adrenalina en cada instante que desprenden luces de colores fluorescentes. Allí donde el cielo mezcla trozos de luna con rayos de sol, vivo el 40% de mi vida -aproximadamente-. Pero cuando no es mi propia fantasía y son los hechos reales los que me llevan a ese mundo, el goce es indescriptible, ya que cuando vuelvo al mundo real y lo miro, tiene muchos más colores que antes.

¿Qué hecho me lleva hoy a este estado? Díficil de explicar de forma coherente en unas líneas, así que lo contaré a mi manera.

Me encuentro así poque, siendo una abeja, un oso me trajo polen de la flor más exquisita que encontró. ¿Era la mejor del mundo? Eso da igual, el caso es que la abeja, temerosa de los osos que le habían arrebatado muchas veces su miel sin delicadeza ni escrúpulos, se encuentra ante uno de ellos que parece diferente, aunque su aspecto es igual al del resto de osos. La cosa es que no es la primera vez que este oso hace algo así. Ya intentó otras veces darle miel a la abeja, pero el miedo a ser herida le impidió escuchar.

La abeja, desconcertada por la sensación que la acción del oso ha causado en ella, siente en ese instante cómo el mundo de colores la inunda mientras oye los tiernos rugidos del oso. Le gustaría abrazarlo muy fuerte, sin tener en cuenta el tiempo ni el espacio. Pero existen, y además de que el oso se encuentra a una distancia prudente de la abeja, ella sigue dentro de su mundo de colores, que está totalmente rodeado por el miedo. Miedo a hacerle el mínimo daño al oso, ya que la hace sentir especialmente única y sobrevalorada, pero cabe la posibilidad de clavarle el aguijón. No quiere usarlo, pero sabe que es muy torpe y que no lo tiene muy controlado -y es que sus movimientos, a pesar de se una abeja, son muy bruscos-.

Además la abeja se siente impredecible. Hoy tiene ganas de comerse al oso, pero quizá mañana le tema y pasado simplemente le apetezca descubrir o estar sola.

Ella sabe que siempre querrá al oso. Y para ella es como el árbol que aparece en la imagen. Todo lo demás se vuelve nieve blanca y esponjosa, porque con el oso todo parece hermoso. Y éste, lleno de humildad, resalta como ese árbol, maravillando con su concepción de sí mismo como uno más, cuando realmente es el sueño de toda abeja.

Qué estúpida abeja aventurera, miedosa y disparatada tuvo que encontrarse en el camino. Ella lo sabe, y piensa que lo mejor es que le hubiese llevado su regalo a otra abeja mejor, ¡¡que hay muchísimas!! Y todo ello aunque convierta a esta terca abeja en el ser más felizmente pleno, tocando por un instante, sus deseos más instintivos y desconocidos.

miércoles, 20 de enero de 2010

Trying to speak in English... a little...


What do I need? Nothing, but I hope too much. I dream too much. It`s very beautiful, but it makes me feel really embarrased, because I won't be able to touch my dreams, to live them. I don´t believe in me, so I feel far of them... One day I will do it, I will do what I want, because the world will be between my legs...

El cuerpo

El cuerpo es hermoso. ¿Por qué taparlo?

En la provincia de Cádiz, ciertos personajes políticos quieren prohibir el "Topless". El carácter absurdo de esta medida me lleva a escribir.

Encima tienen la cara dura de decir que es por l@s niñ@s que están en la playa. ¿Qué malo hay en que un/a niñ@ vea pechos en la playa? ¿De donde maman los bebés? Supongo que la respuesta es inmoral para estos personajes.

Hago apología del nudismo, mínimo, en las playas. Para empezar, la sensación de bañarse desnudo en el mar creo que es una experiencia sin igual. Significa un reencuentro con nuestra naturaleza; nuestros instintos despiertan en un volcán de sensaciones placenteras causadas por la maravillosa interacción que nuestra piel concede al tomar contacto con el agua del mar. También acostumbra a la gente al cuerpo, al cuerpo tal y como es en realidad. Y es que la imagen de los genitales y otras zonas consideradas eróticas están mitificadas por el tabú que suponen. ¿Sabías que los genitales femeninos tienen colores muy diferentes? Es una como otra de las características de una parte de nosotr@s que parece estar prohibida en muchos sentidos.

¿Te sientes incómoda ante un cuerpo desnudo? Creo que hay que preguntarse el por qué, superarlo y mejorar, y que sea con la libertad de decidir si tapo mi cuerpo o no. Y no con la obligación de taparme. Que tapen las imágenes de cadáveres que se emiten en televisión, incluso en horario infantil, así como la violencia, el valor de la supuesta belleza... Y dijo una encuestada, entre 20 y 25 años: "es que hacer Topless es como conducir sin carnet". Viva la educación y nuestra adaptación a la sociedad llena de contradicciones y vacía muchas veces de sentido alguno.